27.5.15

Amanece en una hora

Dos máquinas del tiempo viajan hasta lugares llenos de silencio. Allí, se confiesan preguntas como respuesta a cuestiones que sólo alumbran por la noche. Una noche que se entretiene jugando a hacerse de día, y el tiempo de sueño se muda a la realidad de tres cosas imposibles.

Un puñado de arena abarca mucho siendo uno. Como la mezcla de agua, azúcar y limón que hasta el chef más amateur sabe que simplifica una limonada. La relatividad de lo que ocurre es tan copiosa que ignora la repercusión de no amparar el trecho. Sin embargo, cada vez el punto de vista está tan alto que nadie más les alcanza.

Una vuelta por las palabras fugitivas que rondaban perdidas y, no quieren olvidar su nombre.





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