22.2.16

Cuando apareces y no vuelves

Me despierto con el peso de los párpados
sustentando tu nombre,
con las grietas de no haber dormido 
pero 
de haberte soñado. 
Aunque ni me acuerde.

Pero me despierto en taquicardias y sé 
que fuiste tú mi último recuerdo inconsciente.
Porque una vez más, y como siempre,
me quitas el sueño.
Y me azota una realidad dueña de mí,
de nuestra historia en pesadilla.

Mentiría si dijese que no te echo de menos
cuando apareces en momentos inesperados.
En sonrisas de otros, en los que ya no quiero,
en los que te sigo pensando y en los que ya no estás.
Ni estaremos.

Pero a veces -casi siempre-, pienso
que eres ese silencio que ocurre tras un grito
en la intimidad de la naturaleza interna.
Eres ese hueco en el pulmón.
Eres la línea fina que divide lo que me mientes
y lo que puedo aprender de ti. 

Eres, o eras, o seguirás siendo
mi desvelar en madrugada favorito.

A pesar de todo.







16.2.16

Morí y me entendí después

Miré al cielo y mi pelo se soltó,
y desde entonces
creo que me dejé el corazón en Marte
y que su pulso se expande hasta aquí.
Porque hay música en mi piel
y cada noche un instrumento
dirige el concierto de emociones frustradas, 
dolidas,
vivas.

Respiré hondo y me empaché de soledad,
y desde entonces 
pienso que no soy suficiente 
y que a la vez me vengo grande.
Porque quiero vivir alto 
para ver lo ancho de mi aspiración
pero tengo miedo a las alturas
y me conformo con pegar un salto,
de mi cama a cualquier otro vacío.

Bailé a solas y entendí qué era el amor,
y desde entonces
admito que tengo horas descongelando
porque no conservo segundos de sobra de ayer.
Porque sigo jugando en mis jardines
como siempre desnuda 
y como siempre con las mismas rosas
aunque ahora 
con muchas más espinas.







14.2.16

El fin de su punto

Antes de irnos quiero que entiendas
que contigo nunca tuve prisa, 
pero me agobiaron tus excusas,
tus besos por compromiso,
tu
no-querer-estar
a-solas
conmigo.

Porque mi papel siempre fue observarte de lejos,
estuviera donde fuera.
Como fue entenderte,
y así, provoqué la despedida
que venias pidiendo desde hace tiempo.
Lo tendría que haber dicho antes
pero
quería ver cuánto eras 
capaz de 
aguantar/te/me/nos.

Ya no hay volumen que me suba la emoción
porque fuiste más un secreto
que una realidad.
Aunque es verdad que bebiste un poco de lluvia
y llegaste a entrar en mis charcos,
como es verdad que lo hiciste para ahogarme en ellos.
¿Sabes? Pudimos,
y aunque no fuimos
siempre seremos
-ojalá entiendas eso-.

Te di barra libre de cariño
y me dejaste con sed.
Y muchas veces pensaba que ojalá 
mi espacio 
se redujera contigo y 
tu tiempo 
fuera más grande por mí.

Que ojalá tu escapada fuese
venir a verme,
y ojalá la batalla hubiese sido
arrancarte las penas con mis bragas.

Pero ahora pienso que sólo eres verdad
cuando eres silencio.

Así que Tú
que puedes decir adiós,
escucha:
Te has ido, y sí que ha brillado el sol.