La vida, la peor enemiga. La única capaz de quitarte todo si se va. A veces es tan traicionera que te dan ganas de enfadarte. Sobre todo cuando la vida te abandona por la muerte. Y te enfadas, claro que sí. Porque a nadie le gusta no decir adiós a quien la vida se lleva; ni ser golpeada, ni sentir tanto dolor. Pero, ni siquiera el peor de los enfados le hace pedirte perdón. Y ya no sabes a quién maldecir por sentir tal traición en el estómago. Ya no sabes nada, mas que algún día, cuando te reconcilies y la perdones, volverá a hacerte lo mismo. El día que menos te lo esperes; el día que nada, absolutamente nada, merecerá la pena.
Vida de luto con días de enfado.
Lo siento.
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