Digamos que el yin no es negro sino blanco, y que el yang se convierte en rosa; por ejemplo. Nada de eso importa para entender que importa. Pero un color se descubre en el otro y sin querer -de nuevo-, se rinden pleitesía. Hasta que penden en el muro del respeto mutuo y subestiman al Status Quo.
Y una vez ocurrido esto, es difícil olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario