26.3.14

Hablemos

Digamos que no existe equilibrio, que ni el yin ni el yang se están buscando. No es necesario, pero las fuerzas del sino las consigue atraer. Entonces se produce un cambio, en el cual una influye sobre otra aunque se desconozca la razón. Aunque no haya nada planeado.

Digamos que el yin no es negro sino blanco, y que el yang se convierte en rosa; por ejemplo. Nada de eso importa para entender que importa. Pero un color se descubre en el otro y sin querer -de nuevo-, se rinden pleitesía. Hasta que penden en el muro del respeto mutuo y subestiman al Status Quo.

Y una vez ocurrido esto, es difícil olvidar.



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