dejaron de esperar en ventanas ajenas,
para que una mujer
sintiera amor
por sus palabras de pena.
Tampoco ellos
tienen fama de hacer llamadas,
aunque no paren de escribirte
sin que tú lo sepas.
Quien nace poeta
aprende a pasear su vida
entre piedras y amapolas,
charcos y algodones,
entre el dolor y la alegría.
Pocos son los que se esfuerzan
en explicar en persona
porqué los días son heridas,
ni porqué entiende a la poesía
como su única amiga.
Así que acepto que yo soy así
aunque sea por esto
que nunca he hecho
que no sé ni cómo se hace
pedir
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