La primera vez que te vi en la estación
fuiste como esos primeros violines de Lovely Day.
Me acerqué con la inocencia de quien no sabe
que un segundo más tarde,
que un segundo más tarde,
justo con la sintonía de tu sonrisa,
serías el romper de batería de esa bonita canción.
No sé cuántas horas hacía que te conocía
pero créeme cuando te digo que en aquel atardecer,
mirarnos a los ojos fue algo así como volver a casa,
después de venir totalmente abatida
por perder cada una de las batallas
de mi guerra con la vida.
Era imposible caminar contigo en territorio hostil,
pero joder,
acababas de iniciar la mayor revolución primaveral
en pleno otoño.
Y por alguna razón,
creí que la paz tenía algo que ver contigo
creí que la paz tenía algo que ver contigo
cuando te vi caer dormido al otro lado de la almohada.
Así que por mucha pelea que quieras,
lo siento cielo, pero;
tú eres demasiado bonito
y yo demasiado enamorada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario